viernes, 30 de abril de 2010

¡Auxilio! (3 de diciembre de 2009)

¡Auxilio!


Juan Carlos Ramón Rueda

Publicado en el Diario del Huila el 3 de diciembre de 2009.

Eran las 3:30 de la tarde del pasado lunes. La casa más bonita del barrio en que vivo fue objeto del atraco de dos ladrones quienes resguardados por otros dos motociclistas que llegaron de avanzada, distrajeron al único celador que entre todos los vecinos pagamos mensualmente. Se llevaron un televisor plasma de 42 pulgadas. Salieron orondos en la tercera motocicleta y llamaron un taxi sobre la avenida Buganviles en el oriente de Neiva. Cargaron el carro, mientras uno de ellos se devolvió en la moto a “visitar” otra casa del vecindario, de la cual sustrajeron esa misma tarde una gruesa suma de dinero, luego de amordazar al dueño y a sus habitantes. Fin de la jornada, 5:00 pm y un botín de más de cinco millones.

Esta semana fueron atracados con amenaza de cuchillo seis peatones sobre este sector de la avenida Buganviles. El promedio tiende a aumentar en los últimos días. Hace un par de meses fue atracada otra casa, a una cuadra de los hechos relatados. Esta vez los maleantes llegaron en dos motos armados con pistolas y revólveres. Amarraron a los habitantes, mientras golpearon fuertemente al dueño. Cargaron en una camioneta todos los objetos de valor. Algunos vecinos alcanzaron a dar aviso a la Policía. No llegaron a tiempo.

Mi vehículo fue presa de un ladronzuelo hace un mes. Un joven a quien se le conoce con el alias de “Soldado” llego en bicicleta a las 3:00 de la madrugada. El celador podría haber estado dormido. Sin embargo aduce que fueron varios jóvenes en bicicleta y lo distrajeron. Mientras perseguía a unos, “Soldado” se llevó los espejos retrovisores de más de una docena de automóviles de la zona de parqueo del barrio, a una cuadra de la avenida Buganviles, en el sector frente a Torres de San Marcos. “Soldado” vendió los espejos robados en la zona de repuestos y partes por veinticinco mil pesos. Un negocio en “paquete”. De una, para no estar “chilingueando”. Ahora varios de mis vecinos que se someten al sistema van a la “zona”, uno por uno, a recuperar los espejos a razón de treinta y cuarenta mil pesos cada uno.

Para colmo de males, un joven universitario a quien se le ocurrió salir a la tienda del barrio junto a una docena de amigos con su computador portátil, se entretenía cuando aparecieron dos jóvenes en moto, le despojaron de su PC y ante la reacción de los muchachos del barrio, casi ocurre una tragedia. Los muchachos atraparon al ladronzuelo. En la lucha el portátil salió disparado por los aires y se estrello contra el pavimento. Pérdida total. Vale más repararlo. Quien lo manda de chicanero, le dijeron sus amigos, ante la cara atónita de su madre quien había hecho un esfuerzo económico sobresaliente limitando muchos otros gastos del hogar, para entregarle el aparato a su hijo para sus estudios.

Puedo seguir contando situaciones de seguridad apremiantes que vivimos en un sector de menos de seis manzanas, que hasta hace apenas dos o tres años era un sitio muy seguro. ¿Cómo será en el resto de la ciudad? En el barrio, el celador piensa renunciar luego de que mis vecinos le descontaran de la mensualidad el valor de los espejos. Yo no lo hice, y ahora solo pienso en pedir ¡AUXILIO!

juancramon@gmail.com

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